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LA MAGIA DE JAMÓN YORK

    En casa, y cuando digo casa, me refiero a la tienda, el jamón York tiene un aura especial, una especie de personalidad propia, al menos para nosotros...y es que no podemos comerlo sin recordar una historia que estoy segura que muchos de vosotros no saéis (y tal vez no deberíais saber, pero siempre me ha encantado!). Y es que nuestros padres se nos enamoraron gracias al jamón York (¡Las veces que hemos pedido que nos expliquen la história son infinitas!).

    La cosa fue así: la Pepi de Cal Menut (nuestra madre, también conocida como la Señora Margenat) ayudaba en pescadería de su familia (sólo una esquina más arriba de nuestra tienda). Un día, su prima le pidió que se acercara a la charcutería nueva a recoger el paquete que había encargado, y así lo hizo. Se lavó las manos y se fue toda decidida para la tienda con su delantal de puntas cogido con imperdibles. Entró y toda vivaracha preguntó al chico que estaba detrás del mostrador por el paquete de Cristina. A papá de inmediato le hizo gracia y quiso entablar un poco de conversación, haciendole la puñeta. Debemos añadir que ésta historia contada por nuestro padre con los apuntes y risas de mamá no tiene precio y es imposible de reproducir, pero lo vamos a intentar!

    Mamá ¡Buenos días! He venido a buscar el paquete de jamón York de Cristina.

    Papá: ¡Ah! ¡Muy bien! ¡Ahora mismo te lo traigo! ¿Pero tu trabajas en la pescadería? Sólo debes devolver el cambio...¿verdad?

    Mamá: (indignada): pues no guapo, ¡no! ¡Que atiendo! ¿Qué te crees?

    Papá con ésta respuesta de "piquito de oro" como él dice aún le hizo más gracia y se le puso entre ceja y ceja.

    Mamá aunque indignada por éste comentario como si ella fuera demasiado pequeña para poder atender al público quedó totalmente cautivada. En sus propias palabras: "¡es que papá era muuuuy guapo de joven! Con esos ojos brillantes que que te miraban..." y cuando lo dice, parece que el tiempo vuelva atrás y esté de nuevo en esa misma tienda viendo a su Jani por primera vez.

    Después de éste encuentro, vineron muchos otros, siempre comprando 25 pesetas de jamón York. Cuando mamá se cansó de comerlo, les tocó sus hermanos (¡por suerte no són pocos!) y, a continuación, a las amigas del cole que tenían que hacer intercambios de bocadillos. El abuelo Juan siempre bromeaba diciendo que una vez que comenzaron el cortejo* las ventas de jamón York fueron a la baja.

    No sé si Papá está tan orgulloso de nuestro jamón York por el buen producto que es o porque le recuerda a cómo conoció a su amada Pepi.

    Después de 60 años caminando por la vida siempre de la mano podemos decir que: lo que ha unido el jamón York no lo separe nadie.

    *Cortejar: ahora decimos salir o ser novios. Entre todos podríamos volver a ponerla de moda porque es una palabra preciosa.

    • Alex (New York) purchase

      15 minutes ago

    • Jony (USA) purchase

      50 minutes ago

    • Anna (Japan) purchase

      55 minutes ago

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